martes, julio 20, 2010

¿Cómo despegar la cinta aislante del prepucio?

Pues... supongo que con cuidado. Pero no es eso lo que más me preocupa. Y tampoco es que esté pidiendo consejos tras una noche de experimentación sexual intrépida. Esta pregunta ha surgido al lado de un café con leche, un capuchino y un cortado. La reunión matinal de Pocholo, Escaso y compañía no se parece en nada a una tertulia sesuda en el Café Gijón. Es difícil hablar con calma y objetividad cuando todo se hunde a tu alrededor. Eso sí, el humor que no falte.

Cuando la motivación brilla por su ausencia, cuando el trabajo consiste en encontrar pasatiempos que te entretengan por más de diez minutos, cuando los compañeros cambian de cara frecuentemente, cuando el número de jefes y cargos intermedios se multiplica por un factor aleatorio dependiente del día de la semana, cuando el proyecto en el que estás se parece a un barco de vapor con casino, putas y el motor apagado... entonces, sí, entonces, puede que sea el momento de parar y preguntarse: ¿qué hacemos aquí?

Leía hace poco un artículo en prensa sobre los conceptos de downshifting y happyshifting. El primero es de sobra conocido para todo el que trabaje en la típica empresa caza-subvenciones, tan abundante por nuestra geografía como el prejubilado o el parado. Se trata de un fenómeno en el que el empleado, harto y desmotivado, va progresivamente entrando en un estado de descomposición moral, trabajando menos cada día y, por lo tanto, condenándose lenta y dulcemente. Hay gente que se muere por exceso de trabajo, y gente que no soporta la ausencia del mismo.

Ante tamaña catástrofe, los profetas-gurús-consultores, expertos a la sombra de la cancamusa, proponen el cambio feliz, el happyshifting. En teoría, sobre el papel, puede ser buena idea. Si no te gusta, no te quejes. Haz algo por cambiar la situación. Al estilo Kennedy (No te preguntes que puede hacer tu empresa por tí...). Sin embargo -perdonadme la imprudencia- creo que puedo asegurar que, en la cabeza del ETT (Empresario Típico de estas Tierras), esto se va a entender de otra forma. Lo sospecho. No pretendo insinuar que el ETT sea un garrulo, que va. Solo que no da más de sí.

Cuando lo único que interesa de un proyecto es el dinero obtenido por medio de la estampita, o la venta de humo al por mayor, una de las consecuencias es la falta de claridad y transparencia en los objetivos. Una vez que tenemos el dinero, ¿a quién le importa hacia dónde nos dirigimos? El paisaje es desolador. Jóvenes bien formados, con experiencia profesional, rellenando por tercera vez el mismo informe, plagado de metáforas que intentan esconder la dura realidad: aquí no se hace nada.

2 comentarios:

Oscurzhao dijo...

:) Menos mal que teneis al Pocholo de la oficina, si no, sería todo mucho más aburrido :P

Qué te voy a contar que no sepamos todos ya...

Costillada dijo...

Podías escribir algo q tngo que llenar mis horas de aburrimiento x algún lado... :)