miércoles, septiembre 22, 2010

Modern Family: Michael Scott tiene un cuñado gay

Necesito desconectar un poco. Mis últimas entradas han estado monopolizadas por pensamientos muy negativos sobre el trabajo y los empresarios, así que me he propuesto intentar escribir algo un poco más animado. En concreto, me gustaría compartir algunas impresiones sobre una de las series que estamos siguiendo actualmente en casa: Modern Family, ganadora del último premio Emmy a la Mejor Comedia.

La serie en cuestión se enmarca dentro del género conocido como "Mockumentary", o falso documental. En este contexto, sin lugar a dudas, la referencia es la increíble The Office (en su versíon UK o USA), y ello hace imposible no establecer una comparación entre las dos. En casa somos fieles seguidores de la versión americana de The Office, y ello hizo que nos interesáramos por esta nueva propuesta de la ABC.

La serie intenta describir la vida de una familia nada convencional. Para ello, y utilizando la técnica del documental, somete a sus protagonistas a experiencias cotidianas, y se sienta a observar sus reacciones. Sucesos como el primer día de guardería de un bebé, el novio de una hija adolescente, o las clases de conducir, pueden dar lugar a situaciones francamente divertidas cuando ocurren en el contexto de una familia poco ortodoxa.

¿Qué tiene de especial esta familia? Nada de otro mundo. Quiero decir, nada que a día de hoy pueda sorprender a alguien con un mínimo de contacto con la realidad. La unidad familiar en cuestión puede subdividirse en tres partes, representadas por el patriarca Jay Pritchett (Ed O'Neill) y sus hijos, Mitchell (Jesse Tyler Ferguson) y Claire (Julie Bowen).

Jay es un sesentón casado en segundas nupcias con una deslumbrante colombiana, Gloria (Sofía Vergara). Gloria aporta a la relación un hijo de su anterior matrimonio, Manny (Rico Rodriguez). Algunos de los momentos más divertidos de la serie se producen cuando Gloria cuenta anécdotas a cámara, en presencia de Jay, sobre su anterior marido, del que nunca nos llega a quedar claro si era torero, espadachín, narcotraficante, guerrillero, o simplemente alguien muy peligroso. Manny, por su parte, no responde al rol típico de niño obeso y bonachón. Probablemente superdotado -por su forma de hablar y comportarse- siente por las mujeres más ardor del que es normal a su edad, y esto es fuente común de frustración a lo largo de la serie.

Pasemos a la segunda unidad familiar. Mitchell y Cameron (Eric Stonestreet), en un principio, pueden parecer la arquetípica pareja homosexual, con adopción de bebé incluida, pero en sucesivos episodios irán desvelando partes de su personalidad que escapan de los papeles comúnmente atribuidos a este tipo de personajes. No llegan al nivel del -para mi- increíble Omar, de The Wire, pero sus andanzas dejan una huella tierna y simpática en nuestra retina.

Por último, tenemos a los Dunphy. Claire, la hija de Jay, se casó con Phil (Ty Burrell), y juntos tuvieron tres hijos. Haley (Sarah Hyland) es la adolescente controlada por sus hormonas, casi analfabeta funcional. En la serie tiene una relación con un chico de pocas luces, Dylan (Reid Ewing), guitarrista y cantante en un grupo de instituto, que lleva a altas cotas el concepto de guapo imbécil que consagrara en su día el hermano no alcohólico de Blossom. Alex (Ariel Winter), personaje del que creo que pueden sacar algo más de partido, y Luke (Nolan Gould), un sociópata en potencia con grandes dotes para la autolesión, completan el plantel de los Dunphy.

El personaje de Phil Dunphy es, por lo que he podido observar, uno de los más populares en Internet. Un freak manipulador en ocasiones, un padre tierno y ejemplar en otras. Él y sus ocurrencias son a menudo motor de las tramas de la serie. Reconozco que le tengo cariño, y que me río mucho con él, pero tengo que esforzarme mucho para no pensar que se ha inspirado más de lo normal en el Michael Scott de Steve Carell. Sus gestos, expresiones y acciones me recuerdan mucho al protagonista de The Office, y solo espero que pueda evolucionar, y labrarse su propio estilo.

En resumen, estamos hablando de una serie muy agradable, que se deja ver, y que tiene en ocasiones detalles geniales. La seguiré viendo a corto plazo, pero espero que algunos personajes puedan ir más allá, y ofrecernos un poco más de su lado gamberro.

lunes, septiembre 13, 2010

Fin de ciclo

Bueno. Ha llegado el gran momento. Si nada anormal ocurre, el día 30 será el último día de trabajo en mi actual empresa. No es la primera vez que salgo de algún sitio antes de lo previsto y, conociéndome, no es algo que me sorprenda. Al menos esta vez, al contrario que en mi anterior trabajo, no pienso irme en silencio para después arrepentirme. En las diferentes reuniones y entrevistas de despedida he dejado claro, con mayor o menor fortuna, que el trabajo que desarrollo actualmente es incompatible con mi sistema de valores.

Ya en una entrada anterior, me desahogué criticando a los vendedores de humo, a esos farsantes expertos en la creación de empresas que se sostienen sobre una finísima capa de suerte y malas artes. No quiero profundizar más en el tema. Quizás más adelante, porque ahora mismo lo encuentro hasta doloroso. Pensar que, en un país como el nuestro, solo prosperan aquellos que saben vivir en los agujeros del vacío legal, es algo que siempre me entristece.


Hablemos de algo alegre. Me quedo en la calle. No es tan malo como parece. Hemos echado cuentas y podremos soportarlo. Tengo una serie de proyectos aparcados por falta de tiempo, a los que me voy a dedicar de forma exclusiva durante un año. Si todo sale mal -esperemos que no- y ninguno de estos proyectos llega a cuajar, ¿qué me va a pasar? Pues que me encontraré en la misma situación que ahora, solo que con un año más. ¿Es eso malo? Yo pienso que no. Y mucho trabajo me ha costado llegar a creer esto. Lo juro.

Uno de estos proyectos tiene que ver con el desarrollo de un Plan de Comunicación para una empresa. Aprovechando que tengo que entregar un proyecto de este tipo para terminar mi Máster en Dirección de Comunicación y Nuevas Tecnologías, un amigo y yo hemos decidido ir un poco más allá de un simple plan, y tratar de crear algo vendible. No puedo contar nada ahora mismo, por temas de confidencialidad, pero no nos está quedando muy mal.

Por otro lado, todos los que me conocen saben que mi sueño siempre ha sido ser escritor. Hasta ahora, he escrito de forma esporádica algunos relatos y poemas, que casi siempre pasan sin pena ni gloria por los concursos. ¿Cuál ha sido mi excusa para no escribir más? La falta de tiempo. Como padre de mellizos, y trabajador por cuenta ajena, no suelo disponer de mucho tiempo libre. Y, cuando lo tengo, acostumbro a estar muy cansado. Este año voy a disponer de una oportunidad de oro para imponerme una disciplina seria, escribir de forma constante, y presentarme a un gran número de concursos. Que la inspiración me pille trabajando.

Aún hay más. Tengo aparcado desde hace tiempo un proyecto para montar una editorial. El género a trabajar sería el de cómic y relato corto con temática social. La idea surgió a raíz de leer los geniales Arrugas, de Paco Roca, y María y yo, de Gallardo. No puedo contar mucho más, evidentemente, tan solo que es una idea que llevo madurando desde hace un año, y que he estado contrastando con gente de diversas ramas profesionales. Ahora mismo, con la venida del e-book y los nuevos métodos de distribución, nos encontramos en un profundo proceso de cambio en el modelo editorial, y es un buen momento para el diseño de nuevas alternativas y formas de expresión en dicho campo.

No podría haber tomado esta decisión sin el apoyo de mi familia. Conocen mis intenciones, y me apoyan fielmente. Y, desde aquí, les doy las gracias por ello. No se que será de mi dentro de un año pero, al menos, quiero tener la satisfacción de haberlo intentado. Voy a intentar, desde este blog, y como ejercicio de disciplina, iros informando de todos mis pasos. Si nada sale bien, al menos servirá como una guía de todo aquello que se debe evitar.