viernes, junio 11, 2010

Editorial sobre DirCom

Hace tiempo ya -es lo que tienen los Másters de 500 horas- se nos encargó realizar un pequeño proyecto de Newsletter por equipos. Posteriormente, un jurado formado por profesores y organizadores del Máster, tomó la sorprendente y polémica decisión de dejar la elección del ganador en manos de los propios alumnos.

Nuestro proyecto era de corte marcadamente tradicional, en un formato adecuado para la difusión impresa. Dedicamos bastante esfuerzo a la parte visual, y creo que, en general, todo el equipo hizo un gran trabajo. Aunque no pudo ser, y finalmente perdimos, creo que fue una muy buena experiencia.

Lo que inserto a continuación es el editorial que me tocó escribir, en calidad de coordinador del grupo, para abrir nuestro Newsletter. Espero que os guste.

Esto no es un editorial. No pretende servir de presentación a un newsletter sobre comunicación. Tampoco aspira a lanzar cuestiones al aire, ni sembrar la curiosidad en la mente del lector. No quiere provocar a nadie, forzar un pase de página, o ser atractivo desde un punto de vista estrictamente literario. Simplemente, no puede. Esta secuencia de trazos ordenados, de familiares símbolos, solo puede gozar de las anteriores prerrogativas cuando se instala en la percepción de un ser humano. La comunicación está condenada desde su mismo nacimiento a una existencia en sociedad.


Los procesos de comunicación tradicionales, medidos en un intervalo de tiempo relativamente pequeño, pueden dividirse en dos grandes grupos según el tamaño del grupo receptor. Bien se producen en el contexto de una comunicación entre individuos (uno-a-uno), bien ocurren en el marco de una comunicación grupal (uno-a-muchos). Las nuevas tecnologías, con sus redes sociales, y sus formas de trabajo colaborativas, han acarreado la proliferación de nuevos procesos de comunicación, con un gran número de emisores y receptores de forma simultánea. Esta nueva tipología de comunicación ya está sentando las bases de lo que será nuestra futura forma de trabajar y de vivir.


De necios es negar las grandes ventajas y oportunidades, tanto económicas como sociales, que conllevan estos cambios. Sin embargo, debemos ser prudentes y críticos, no tomar estas innovaciones como dogma de fe, y ser plenamente conscientes de las implicaciones de esta nueva forma de trabajo. No debemos ser inocentes, y olvidar que los nuevos medios de comunicación también tienen sus grupos de control, sus mecanismos de censura y sus peligros. Sobre todo, cuando se encuentran a debate proposiciones de ley que pueden afectar a la neutralidad de la red, tan necesaria para un verdadero cambio social.


Ante este reto -y con un campo de batalla a medio legislar- es más que necesaria la consagración de la figura del Director de Comunicación. La sociedad necesita a un grupo de profesionales formado con garantías. Hasta ahora, la comunicación profesional ha estado muchas veces en manos de personas expertas en comunicación, pero ciegas a los adelantos técnicos, o de auténticos prodigios de las nuevas tecnologías, sin ningún tipo de habilidad comunicativa. La solución es clara. La comunicación debe ser manejada por gente flexible, preparada, adaptada a los nuevos tiempos, y con un gran presupuesto. Ha llegado la hora del DirCom.

1 comentario:

Alfredo dijo...

A mí el no editorial gustome :)